Yoga es Observar

Uno de los aspectos que he aprendido a través de la práctica de yoga es la capacidad de observación.

Déjame que aclare la idea. Creo que todos somos observadores. De una manera u otra. Observamos cosas que nos llaman la atención. Para algunos son las formas estéticas y los detalles. Otros captan de manera muy rápida los códigos y relaciones numéricas en el día a día. Para otros son las formas en movimiento en el cuerpo, en las hojas de los árboles, en la naturaleza… Otros captan la música de forma especial. Otros, los sentimientos de la gente o los ingredientes escondidos tras cada receta…

Con suerte, cuando nos hacemos mayores, dedicamos tiempo a expandir y explorar esas observaciones. Ya sea convirtiéndolo en nuestra forma de vida o nuestro pasatiempo.

Cuando hablo de la observación que practicamos a través de yoga, es algo diferente. Esa observación no es solo la atracción natural a lo que nos llama la atención. Es una observación que se cultiva, que se practica y practica hasta llegar a hacerse una sensible a lo que antes pasaba por alto.

Presencia y Observación

La observación no es tan solo mirar. Ni mucho menos. La observación de la que hablo requiere presencia. Requiere

tener la capacidad de habitar una realidad, ya sea física (una sensación placentera o no), emocional (algo que sentimos), o mental, (un pensamiento, una preocupación, una idea o un supuesto mental). Para observar así es necesario habitar esa realidad; sentirla y percibirla por los medios que tenemos, y tomar un paso atrás al mismo tiempo para observarla. Observar cómo se mueve, observar como se transforma. Observar si interferimos o no.

Cada postura, para mi, es un escenario donde observarse. Cada asana, es un lugar donde practicar la calma, observar la honestidad con la que practicamos, la limpieza y la claridad de las líneas, de la estructura de nuestra postura, la facilidad y la fluidez de la respiración. En esencia, en cada asana, tenemos la oportunidad de ver cómo gestionamos una situación, a veces, muy compleja.

La práctica de yoga es un lugar donde practicar la vida y al revés. Nada está separado. Todo, forma parte de lo mismo.

La observación en la práctica de yoga

Siempre digo que cada asana es como un escenario donde observarse. Observamos la facilidad con la que gestionamos esa situación, y bien sabemos que muchas veces es compleja.

Todos tenemos posturas que nos hacen sentir cómodos, y otras que despiertan todas nuestras inseguridades, nuestros miedos y nuestras rigideces.

En cada postura de yoga observamos si la respiración es adecuada, fluida, suave. Observamos la raíz de la postura, el contacto con la tierra y si éste es de calidad. En cada asana ponemos en práctica toda la filosofía básica. Si estamos haciéndonos bien o causándonos daño. Si estamos siendo honestos con lo que practicamos, si estamos dando todo lo que somos o quedándonos atrás. Observamos el diálogo interno, si queremos huir de la postura y los patrones que emergen de ella.

Cada práctica de yoga requiere que prestemos atención. Es una oportunidad constante. A veces la tomamos, otras, nos escondemos.

Creo que como profesores es esencial que dejemos entrever la filosofía que sostiene la práctica de yoga en la medida de lo posible. Querer hacer una postura porque la hemos visto en algún lado puede ser interesante y divertido pero no deja de ser un enfoque muy limitado.

La observación en la vida

Una vez nos sentimos más cómodos con podernos observar sobre la esterilla, ocurre casi de manera natural, la observación fuera de ella.

No es un hablar de lo que nos pasa ni de lo que sentimos. Es más bien un silencio, una escucha, un darse cuenta de los caminos que toma nuestra mente constantemente.

En el día a día se presentan este tipo de oportunidades continuamente. Cada instante es un asana donde poder percibirse. Con qué capacidad gestionamos la situación en la que estamos, cómo mantenemos la calma, como seguimos siendo honestos con lo que percibimos, lo que sentimos y lo que podemos aportar.

En muchos momentos de mi vida siento la contracción, la tensión y las ganas de querer salir de la situación. En muchas, percibo la confusión, el no saber qué está pasando. En otros tantos percibo la calma y la suavidad. Todo, es una oportunidad. Todo es una puerta abierta a explorar.

Disfrutemos del viaje, sea lo que sea que nos muestre.