Antes de nada quiero decir que nunca me he considerado deportista, flexible o fuerte. Que de pequeña me daba miedo hasta ir en bici y que me encantaban las princesas y las bailarinas aunque nunca fui a clase de baile. De pequeña, en realidad, por diferentes razones que podéis leer aquí, cualquier actividad física se vio frustrada.
Así que naturalmente me decanté por cosas que requirieran menos movimiento, y más mente. No encontré la práctica de yoga hasta pasados los 20. Y el momento en el que ocurrió lo recuerdo con mucho cariño. Ahí va.
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